jueves, 23 de mayo de 2013

Los maestros preceptores.



Durante la colonia, los preceptores no tenían prestigio y reconocimiento ante la sociedad a diferencia de los maestros del gremio que tenían demasiados privilegios y respeto; cuando hablaban de su trabajo lo hacían usando términos elevados y especializados ante el resto de la sociedad, como para marcar la diferencia, hacían ver que ser maestro era algo honorable y de alto nivel; pero cuando hablaban de sus sufrimientos, lo hacían con realismo, contaban con palabras comunes lo que sufrían, se quejaban del salario tan bajo que recibían, de la falta de reconocimiento por su trabajo y de respeto por parte de la sociedad, también se quejaban porque sus familias no tenían amparo alguno con el trabajo que ellos ejercían y mucho menos tenían servicios para el cuidado de su salud. La idea de que ser maestro preceptor de primeras letras era un trabajo de mucho riesgo.
Lo raro es que se creía que la educación de primeras letras (o primaria) era el motor de desarrollo (es decir, como el inicio del sistema educativo en la actualidad). Y aun así, los gobernantes de aquella época que eran los que supervisaban la educación, no tenían ni la menor idea de la realidad que estaba pasando dentro de las instituciones; esto también se puede ver hoy en día, pues los secretarios no ven el terreno real, incluso hay quienes llegaron a sus puestos sin pasar por un aula de clases.
En aquel entonces, los maestros tenían la idea de que si no los alumnos no aprendían entonces no tenían por qué esforzarse en enseñarles. Como consecuencia, la sociedad los culpaba si el alumno no aprendía pero cuando lo hacia lo atribuían a las capacidades con las que contaba el alumno, decían que trabajaban por interés debido a todas las quejas y servicios que pedían; y finalmente, los padres no dejaban que castigaran a sus hijos y con el tiempo esa costumbre se fue desarraigando.

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